domingo, 22 de mayo de 2011

Solo quieren dividirnos

Somos muchos los indignados que estos dias nos hemos lanzado a las plazas de España. Muchos y muy diferentes. Los medios sólo hablan de jóvenes. Igual padecen algun tipo de miopía que les impide reconocer a los abuelos, familias con sus niños, o cuarentones con los que yo me he encontrado cada día que he acudido a mi plaza, y llevo haciéndolo desde el día 18. Nuestra variedad es nuestra fuerza. Nos une el hartazgo y la indignación y nos une sobre todo el deseo de recuperar la dignidad. Sin embargo esa variedad que nos da fuerza, tambien puede quitárnosla.

La derecha nos etiqueta como "jóvenes antisistema" manejados por la izquierda, nos ridiculiza hablando de perroflautas, piratas y rastras; y fabrica videos infumables para apoyar su tesis. Lo hace porque está acojonada, porque sabe que entre los indignados tambien están muchos de sus votantes naturales. Los medios no los enseñan, pero creedme, están ahí. Por eso están utilizando el miedo.

La izquierda se frota las manos. Esperaba la debacle y ve en todo esto la oportunidad de recuperar terreno. Se apropia de lo que no es suyo, pública el manifiesto de Democracia Real en sus páginas y hace declaraciones de apoyo y comprensión, intentando a toda costa arrimar el ascua a su sardina. Cómo si esto no fuera con ellos.

La manipulación de unos y otros comienza a dar sus frutos. Algunas "acampadas" se desmarcan del movimiento 15M y aprueban manifiestos propios con puntos que ahora no tocan. Les están haciendo el juego y no se dan cuenta. No les permitamos que acaben con nosotros antes de empezar, porque nosotros somos todos, de izquierdas y de derechas, laicos y religiosos, liberales, indefinidos ... despistados, soñadores, estudiantes, parados, pensionistas, indigentes, amas de casa, feministas, inmigrantes ...

No perdamos de vista lo que nos unió. Ahora toca sentar las bases generales para recuperar una verdadera democracia, a saber:
  1. Facilitar la participación del pueblo en la política mediante referendums en temas prioritarios
  2. Reformar  la Ley Electoral para que los partidos que lleguen a las Instituciones reflejen realmente lo que votan los ciudadanos. Listas abiertas. Financiación de los partidos únicamente con las cuotas de sus afiliados. Si los partidos mayoritarios se llevan, como en estas elecciones, mas de 25 millones de euros y los pequeños no, ¿qué clase de igualdad de condiciones es esa?
  3. Separación efectiva de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Si los políticos eligen a los jueces, mal vamos. Hemos matado a Montesquieu
Lo que no toca de ninguna manera ahora mismo es proponer la abolición de la Monarquía, la nacionalización de la Banca, la  supresión de impuestos y demas puntos que van apareciendo en distintos manifiestos aquí y allá. Tiempo habrá de que cada uno, desde su ideología, proponga las vias que le parezcan más adecuadas para mejorar el país. Lo importante ahora, repito, es recuperar una democracia real. Una vez la tengamos en marcha cada comunista, o socialista o liberal o de centro o republicano , o de la madre que lo pario, tendrá la oportunidad  de presentarse a unas elecciones verdaderamente libres y en igualdad de condiciones, y si el pueblo lo apoya y accede al poder político, que proponga entonces lo que le de la gana, pero ahora no, por favor.

No les hagais el juego.

jueves, 5 de mayo de 2011

¿Monomarental?. ¡Serán ignorantes!

Cuando creés que ya no cabe una tontería más, te sorprenden con la última aportación al español. Esta vez viene de manos del PSOE y su panfleto electoral Para que gane la igualdad.

Las familias monoparentales pasan a ser monomarentales. Razones, las de siempre: Que sí lo que no se nombra no existe, que si en la mayoría de familias con un solo progenitor, éste suele ser la madre, que sí arramblamos con un puñado de votos de las organizaciones de mujeres, igual  se reduce un poco la debacle que nos espera ...

Elena Valenciano defiende en su blog la palabreja. Lástima que una diputada del Congreso, muestre tal desconocimiento del idioma de su país. No hay justificación posible a la sustitución de monoparental. Parental proviene del latín parens, parentis y no de pater. Parens poseé ambos géneros gramaticales e identifica indistintamente al padre y a la madre. A la vez significa antepasados en general y ha dado en español la voz pariente. Pater sí tiene género masculino con el significado de padre.


De poco le sirvieron a Elena los estudios de Derecho y Ciencias Políticas que dice tener, si su dominio del español es tan pobre que confunde padre (hombre que tiene un hijo) con pariente (hombre o mujer que tiene una relación familiar con otra persona). Así se lo he hecho saber en su blog, pero claro, no me han publicado el comentario.

Ella se lo pierde, porque le hacía yo interesantes aportaciones muy en la línea de las Pajines, las Aidos y las Organizaciones Varias de Mujeres. No nos conformemos con sustituir monoparental por monomarental. ¿Acaso no hay familias compuestas por abuela y nieto (o nieta)?. Llamémoslas monoabueleras, que no debemos dejar de lado a los viejos (perdón, mayores). Mejor aún, si la cabeza de familia es una mujer, ya sea madre o abuela, no antepongamos el prefijo mono, que como ya he dicho es absolutamente masculino. Puestos a crear idioma, hagámoslo bien y creemos ya de paso el prefijo mona.

Tanta tonteria me seca el cerebro y no se me ocurre término adecuado para identificar a aquellas familias en las que el único padre/madre sea gay, pero al tiempo...

En serio, no nos merecemos tanto inculto e ignorante.

lunes, 7 de febrero de 2011

Elegetefóbicos no, gracias

Que no, que ya no se puede.  No seamos "elegetebefóbicos". Magnífico palabro derivado de la genial aportación a nuestra lengua del nuevo vocablo "LGTB" (Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales). Y que conste que esta vez no es cosa de ZP y sus secuazas, sino del mismísimo PP, presto a recabar algún voto y salir en foto sostenible, paritaria, no sexista y politicamente correcta.

Echando mano de dineros públicos, el Consell de la Joventut de Valencia nos presenta la Guía del lenguaje no heterosexista. Leánla. No tiene desperdicio. Resulta que nuestra lengua no solo "invisibiliza" a las mujeres. Resulta que también lo hace con lesbianas, gays, transexuales y bisexuales. Resulta que nosotros, torpes y elgetebefóbicos hablantes y escribientes tenemos la impresentable costumbre de presuponer que el que recibe nuestro mensaje es heterosexual. ¡Qué falta de sensibilidad la nuestra!.

El ejemplo que da la mencionada Guía no tiene desperdicio. Si preparamos un taller para la prevención de embarazos no deseados, no debemos dirigirnos a nuestro público con frases como "Ahora que seguramente habéis comenzado a tener relaciones entre chicos y chicas ...". Esta forma de hablar presupone que nuestra audiencia es heterosexual y "esconde la existencia de relaciones sexuales entre personas del mismo sexo ...".
¿Pero no era un taller para la prevención de embarazos?. ¿Me he perdido algún avance científico sin precedentes que posibilita el embarazo tras la interacción sexual de dos miembros (o miembras) del mismo sexo?.
Yo no se qué me he perdido, pero ellos, la casta política que padecemos, han perdido por completo el sentido común, si alguna vez lo tuvieron. Definitivamente se les ha ido la olla. ¿Irse la olla?. ¿Mira que si estoy cayendo en heterosexualismo y elegetebefobía?. Olla es de género femenino, y además presupone una relación entre mujer - rol de cocinar. Hilando fino podemos inferir que la metáfora olla - cabeza identifica las cabezas perdidas con algo más femenino que masculino. Igual podríamos decir que se les fué el puchero. Me asaltan las dudas. ¿Manejan ollas o pucheros las lesbianas?. ¿Hay cocineros transexuales o bisexuales?. ¿Estoy obviando la existencia de LGTBs entre peperos, psoes y políticos varios?. Por favor, gasten mis impuestos publicando más guías para enseñarme a hablar, aunque me prohiban ese estupendo desahogo de mandar a tomar por culo que me brinda mi idioma. Prometo leérmelas todas, reconvertirme en elegetebéfila y no mandar a tomar por culo a nadie, incluidos ustedes, por más que se lo merezcan, porque no se si se han dado cuenta, ilustres inventores/as del palabro, pero me han resultado ustedes bastante sexistas y muy poco paritarios:
L de lesbiana encabeza la palabra, es decir se situa a la mujer primero, lo que además de ser discriminatorio para el hombre gay, es una cortesía inaceptable para la mujer moderna, sea lesbiana o no.
G de gay aparece en segunda posición. Me remito a lo ya dicho.
T de transexual se antepone a B de bisexual. Mal vamos. Transexuales y Bisexuales tiene tanto derecho a ser colocados en posiciones preferentes como sus colegas Lesbianas y Gays.
Solucionenlo pronto, que quiero ser exquisitamente correcta en mis emisiones habladas y escritas y me lo estan poniendo muy dificil.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Lenguaje sexista, no discriminatorio y políticamente correcto (2)

Tradicionalmente se ha designado como moro a aquel que proviene del  África septentrional, de la antigua provincia romana conocida como Mauritania. Por lo tanto es la palabra castellana adecuada para designar  a cualquiera natural del Magreb o Norte de África.

¡Ojo!, tradicionalmente, porque hoy en día mentarle a un marroquí, tunecino o argelino su origen llamándole moro equivale a tremenda injuria y sospecha fundada de racismo, xenofobia e intolerancia. Podemos, en cambio, llamar europeos tanto a italianos, como a griegos o alemanes con total tranquilidad.
¿Qué sucede si nuestro marroquí (o argelino, o tunecino) está entradito en carnes?  Ni por asomo se nos ocurra decir de él que es un moro gordo. Hay que describirlo como señor norteafricano con sobrepeso, por más que ello deje a nuestro oyente dudando de si hablamos de un libio con piedras en los bolsillos o de un egipcio acarreando un piano. Norteafricano, español, o de Tegucigalpa, nadie es ni puede calificarse de gordo. En todo caso, obeso.

¿Y si un individuo en cuestión no es ni blanco, ni oriental, ni indio, ni esquimal, ni ninguna otra cosa sino negro?  Imposible. Llamar negro al que tiene la piel de este color es anatema. En Estados Unidos se inventaron el bonito palabro afroamericano, pero esto dejaría fuera a todos los que siendo africanos, no tienen nada que ver con las Américas.  Siempre podemos decir que el individuo es de color. ¿De qué color: verde, amarillo, gris marengo? ¡Ah!, cada cual que se imagine el que quiera.

Mi amiga que  es guineana y en sus propias palabras, negra como el betún, me dice que si hay alguien que pueda calificarse como de color,  ha de ser un blanco, con la piel desde lechosa hasta tostada, los pelos rubios, o rojos, o marrones o (y aquí no está prohibido) negros, por no hablar del variado rango de tonos de ojos.
Mi amiga tiene una madre, que además de ser negra como ella, es vieja, o por lo menos lo es en Guinea. Aquí es mayor. Es mayor que su hija, por supuesto, pero la cosa no está nada clara, porque en cambio es menor que su esposo que le lleva ocho años.

Por si fuera poco, a la madre le falta una pierna. Ella, lo que son las cosas, pensaba que era coja, pero no, resulta que es disminuida física o también minusválida. Digo yo que no será tan disminuida ni tan menos válida cuando ella sola ha sacado adelante a un marido borracho y ha dado carrera a cinco hijos (e hijas).  

Por misterios del nuevo lenguaje es aceptable llamar deficientes a los que por algún defecto psíquico no alcanzan el nivel considerado normal, y en cambio está absolutamente prohibido llamarles subnormales, por más que signifique lo mismo. Que no se nos ocurra llamar idiotas a los que padecen de idiocia, ni imbéciles a los de imbecilidad. Todos y todas son deficientes y deficientas  y ya está.

Deficientes, más el apellido apropiado, nos sirve igualmente para nombrar a los que presentan problemas en algún órgano de los sentidos. Aquí ya no tenemos ni sordos ni ciegos. Son deficientes auditivos o visuales. Pero me queda la tremenda duda de cómo referirnos a los tartamudos. ¿Serán deficientes pronunciantes, o deficientes pronunciales? Se agradecerá cualquier comentario aclarativo al respecto.

Finalmente hemos de dignificar a las personas con ciertas profesiones. No se me ocurre una razón válida que haga suponer que cualquier profesión sea más o menos digna que otra, pero a los expertos del lenguaje políticamente correcto si se les debieron ocurrir muchas. Por eso al que se dedica a la pintura se le puede llamar pintor, o carpintero al dedicado a la carpintería, pero nunca llamaremos basurero al que recoge o trabaja  con basura. Es más, ni siquiera se dice basura, que suena muy feo. Son residuos urbanos.  

Posiblemente el pelo debe tener alguna connotación desintegradora e incorrecta que se me escapa, porque ya no tenemos peluqueros sino estilistas, y no me refiero a quién se ocupa integralmente de la imagen y estilo de otros. La Pepa, que pone cuatro rulos a cinco abuelas,  (muy dignamente puestos, eso sí) también es estilista. Confieso que ignoro como denominar a los barberos.

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Este artículo tiene una primera parte

domingo, 19 de diciembre de 2010

Lenguaje sexista, no discriminatorio y políticamente correcto (1)

Cómo si las mujeres no tuviéramos problemas graves y reales, hace ya años que algún grupito de ignorantes  (o ignorantas) de la gramática y el léxico la emprendió con la cantinela del lenguaje sexista. A semejantes lumbreras les dio por suponer  un machismo inaceptable en el hecho de designar a los colectivos por el género gramatical masculino.
   
El primer caballo de batalla de tan preclaros personajes fue eliminar el sustantivo hombre de cualquier  frase que hiciera referencia a la humanidad con el pretexto de no dejar fuera a la mujer.  Seguramente ignoraban que la primera acepción de la palabra hombre en el diccionario de la RAE dice así: “Ser animado racional, varón o mujer”.

En todo caso la batalla la van ganando y ahora todos y todas somos españoles y españolas, trabajadores y  trabajadoras.  Poco importa que los españoles  con puestos similares a los de las españolas sigan cobrando más que ellas. Aún importa menos que a la hora de llevar a los niños al médico, por poner un ejemplo, sean las trabajadoras las que piden permiso. Lo verdaderamente importante es que toda producción oral o escrita que salga de instituciones públicas o privadas, presente un impecable lenguaje no sexista con profusión (y confusión) de uso de ambos géneros gramaticales.

En una reunión del Instituto, la directora nos saludó con la siguiente perla: “Bienvenidas y bienvenidos madres y padres de los alumnos y alumnas…”.  Hasta la Asociación de Padres de Alumnos se llama ahora AMPA. Asociación de Madres y Padres de Alumnos.  (A las alumnas las han olvidado, los/las muy sexistas…. igual porque aún no votan).

En fin, si hemos de subirnos al carro del lenguaje no sexista, hagámoslo bien.  Nada de anteponer las madres a los padres o las todas a los todos.  No se deja pasar primero a las mujeres, no se les abren las puertas, no se las pone en primer lugar, que eso, bajo la excusa de  cortesía,  es una actitud condescendiente y protectora con tufillo machista.  ¿Cómo lo hacemos entonces?  Hemos de ser muy cuidadosos y evitar caer en el lenguaje discriminatorio. Ni los ellos ni las ellas deben figurar siempre los primeros/as, ya que estaríamos discriminando claramente a los segundos/as.

Así las cosas, la mejor solución podría ser utilizar alternativamente los dos géneros gramaticales. Por ejemplo, las antiguas Asociaciones de Padres deberán llamarse AMPAS (madres primero) un día  y al siguiente APMAS (primero los padres). Igualmente los títulos y artículos de Constituciones, Estatutos y Leyes varias deberán redactarse según este principio: Sí en el Título Primero nos referimos a los españoles y las españolas, en el segundo serán las españolas y los españoles. Nos queda dilucidar que género utilizaremos en el primer artículo. Lo más justo seria un cara o cruz. Por supuesto, en caso de que el número de artículos sea impar, siempre deberemos sacarnos de la manga otro más. En aras de la igualdad, la paridad, la equidad y el buen rollito no podemos consentir que el número de artículos encabezados por el género masculino supere al femenino o viceversa.

Nos queda la cuestión peliaguda de las palabras que son de género común.  Cierto igualitario personaje de nuestra fauna política ya se marcó un “miembros y miembras”.  Sigamos tan paritario ejemplo  y no dudemos en feminizar* a troche y moche. Incluso los adjetivos verbales deben feminizarse.  Si bien parece aceptable que ella sea cantante o contribuyente, pensemos que teniendo presidentas no existe razón alguna que nos impida tener cantantas, contribuyentas y hasta tenientas.  Procedamos igual con cualquier otra terminación. Qué la RAE  no nos venda la cabra del género común.  Ellas tienen derecho a ser y llamarse albañilas, generalas,  o conyujas y a hacerse mayoras y a ser  felizas o imbécilas Incluso pueden ser juezas, por más que la cacofonía resulte evidente.

Absurdo, ¿verdad?. Yo por mi parte voy a seguir siendo gramaticalmente correcta pese a que me tachen de  sexista, y todos los ista que quieran colgarme.

Haced acopio de todos los ista disponibles en el diccionario, que en la próxima entrega vamos al lenguaje  no discriminatorio y políticamente correcto.  Desde negro hasta gordo, pasando por moro, viejo, y otras palabras prohibidas.

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*La RAE no reconoce el término feminizar, los muy sexistas